Despertó escuchando un suave crujido de truenos y su eco, la
tormenta no había pasado aun. Abrí los ojos pero seguía viendo la oscuridad,
todo totalmente negro e intente mantener la calma, y volver a normalizar mi
respiración que se había tornado rápida. Comencé a tantear con las manos,
primero sentí en el piso arena « ¿Dónde estoy…?
En ninguna zona de la costa cercana al faro había playas —pensé—.
Seguramente me desvié, pero… ¿Hasta dónde?». Levante un lentamente las manos y
sentí tablas de madera: el bote en el que venía se había dado vuelta y yo quede
atrapado debajo de él.
Me sentía muy cansado, probablemente estuve mucho tiempo
inconsciente, quizá paso un día entero desde que escape y aun me dolía la
cabeza. Intente cavar un poco en la arena alrededor de un borde del bote que se
había clavado un poco en la arena, luego metí la mano y lo tumbe hacia un
costado. Cuando finalmente pude ver el exterior, vi un conjunto de nubes en el
horizonte oscuro e iluminado cada tanto por algún rayo que alumbraba el cielo y
las oscuras nubes con sus relámpagos.
Debajo del grupo de nubes que se alejaba había un pequeño
cabo, una parte de tierra que penetraba el mar. De lo único que estaba casi
seguro era que me encontraba en una isla y no en una muy grande. Pensé recorrerla,
ir hasta el otro lado para confirmarlo (ya que la gran vegetación tropical,
también extraño al menos en la región donde se encontraba el faro, impedían que
viera más allá) pero estaba todo demasiado oscuro y tenía que recuperar
energías antes.
Con las pocas fuerzas que me quedaban, arrastre el bote
entrando un poco entre palmeras y hojas para buscar un refugio. Mientras
caminaba hacia atrás, tirando de la punta del bote y arrastrándolo lentamente,
vi que la marea estaba comenzando a subir desde unos cuantos metros desde donde
estaba antes el bote. Las olas no eran tan altas en aquel momento, pero
seguramente durante la tormenta fueron muy altas y eso explica como termine con
el bote dado vuelta.
Apoye el bote sobre el suelo, ya tierra en aquella zona.
Busque un poco alrededor y encontré un árbol grande y extraño: tenía un hueco
enorme en el centro pero no parecía realmente hecho por alguien, sino que
natural. Busque algunas hojas para armar un refugio al menos temporal y acomode
el bote cerca del lugar. Era una zona de mucha humedad y llovió recientemente
allí, pero no me podía dar muchos gustos en aquella situación.
Recordé las cantimploras en el bote y fui a revisar: aún
estaban ahí junto con la caja de madera cerrada. Eras cinco cantimploras, grandes
de un litro aproximadamente. Agarre una y bebí la mitad. Aunque tenía varias
para mí solo, debía racionar todo, no sabía cuánto tiempo podría estar ahí o si
podría encontrar otra fuente de agua dulce en aquella isla. Guarde todo e
intente acomodarme lo mejor que pude en aquel refugio improvisado y conciliar
sueño para salir a recorrer la isla y procurarme comida al día siguiente.
———
Rayos de sol anaranjados me despertaron cuando el sol
todavía estaba saliendo. Entre los árboles y hojas podía ver, en el cielo,
nubes en el horizonte coloreadas de rosa y anaranjado, despejando el paso para
el sol que parecía emerger del mar. Escuchaba el cantar de los pájaros y el
aleteo de sus alas entre las ramas de los arboles mientras me levantaba y
estiraba los brazos y las piernas.
Hacía más de un día que no comía nada y estaba realmente
hambriento, por lo que busque la caja de madera en el bote, con la esperanza de
que haya comida dentro. Arrastre la caja para sacarla y escuche el ruido de
algo metálico, metí la mano y saque una palanca «Perfecto —pensé—.
Probablemente le dé más de una utilidad, pero ahora podre abrir esta caja». La
utilice para abrir la caja y descubrir muchas latas de conserva. Había algunas
de frutas como duraznos, ananá, frutillas y verduras como maíz, acelga y más.
También había latas de carnes y guisantes, entre otras cosas. Lo primero que
hice fue tomar una lata de durazno y otra de ananá, las abrí como pude con la
palanca y comí todo vaciando ambas latas. Guarde las latas vacías (me podían
llegar a servir en el futuro, quizá para juntar agua de lluvia) y cave un
pequeño pozo para meter la caja y las cantimploras y luego tapar todo con
algunas hojas grandes.
Gracias al jugo de las frutas no estaba sediento. Tome un
trozo de tela que encontré detrás de la caja (seguramente estaba envolviendo la
palanca) y envolví un par de cantimploras junto con dos latas y la palanca lo
mejor que me fue posible, para llevar a recorrer la isla. Fui hasta la playa y
reconocí el este aproximado, por donde el sol estaba ya casi despegándose del
mar para comenzar a recorrer el cielo. Luego di media vuelta y me interne hacia
la selva hacia el oeste. Luego de caminar hacia el corazón de aquel lugar diez
minutos escucho un sonido entre unos arbustos y paro de caminar. Imaginando que
debía ser algún animal como una ardilla comencé a acercarme hacia el arbusto de
dónde provenía aquel ruido. Cuando estaba por llegar escuche un bufido y antes
de que pudiese reaccionar un animal del tamaño de un cerdo salió de entre las hojas
directo hacia mí.
Intente hacerme a un lado pero el animal me alcanzo y
estrello sus colmillos contra mi pierna izquierda y me derrumbo. Desde el piso
mientras veía como tomaba carrera me di cuenta de que era un jabalí. Cuando
corría otra vez hacia mí, lo único que pude hacer fue esquivarlo arrastrándome
hacia un costado antes de que me alcance. Desesperado, empecé a buscar algo con
que defenderme y recordé la palanca. Rápidamente la saque del nudo del trozo de
tela y cuando el jabalí estaba corriendo hacia mi otra vez, le clave el arma en
el cuello. Tuve con golpear al animal tres veces más para por fin matarlo. Una
vez resuelto ese problema mire mi pierna: tenía un gran corte, un poco por
encima de la rodilla. Me saque mi chaleco de tela (de todos modos se estaba
volviendo calurosa aquella mañana) y tape la herida haciendo presión. Agarre
una cantimplora y tire un poco de agua para limpiar. Finalmente hice un vendaje
rudimentario usando el chaleco.
No sin esfuerzo pude por fin pararme. La herida me dificultaba
mucho caminar, así que solamente pude recorrer aquella zona: busque algunos
troncos pequeños y ramas de camino de vuelta al lugar donde tenía mi bote,
mientras llevaba arrastrando como podía el cuerpo del jabalí. Cuando llegue
prepare un lugar con piedras para intentar encender un fuego, pero en aquel
momento no sabía cómo iba a hacer. De pronto recordé que siempre llevaba mí el
encendedor de mi abuelo dentro de mis medias y le agradecí una vez más por dármelo.
Logre encender con algunas hojas secas que encontré y
mientras se avivaba un poco el fuego, intente sacar un pedazo de carne del
cuerpo del jabalí. En gran parte despedace al animal pero logre separar la piel
(con el pelaje de un lado), los colmillos (que seguramente me iban a ser útiles)
y un poco de carne. Era muy prudente intentar comer al menos por aquel momento
la carne de jabalí, ya que no se iba a conservar tan bien como las latas.
Para la tarde de aquel día, llegue a construir un refugio
contra un árbol, con troncos largos que encontré. También utilice ramas y hojas
grandes para hacer un techo y colocar en el suelo del interior, con lo que
resultó ser un estilo de choza pequeña, lo suficiente para que entre un hombre
acostado, e improvisada pero perfecta como refugio (mucho más a largo plazo que
aquel incomodo árbol).
Probablemente podría racionar el agua por tres días
aproximadamente, pero no debía preocuparme por la comida: la carne de jabalí
podría durarme entre dos y tres días, y con las latas de reserva tendré para
bastante, lo suficiente para encontrar otra cosa. O lograr salir de aquel
lugar, que es el otro problema. Pensé procurarme primero agua, comida y
refugio, porque no sabía ni donde estaba ni cuento tiempo podría estar allí,
pero ya tenía que pensar alguna forma de salir de aquella isla.
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