viernes, 24 de julio de 2015

The Shipwreck [TLH (5)]



Despertó escuchando un suave crujido de truenos y su eco, la tormenta no había pasado aun. Abrí los ojos pero seguía viendo la oscuridad, todo totalmente negro e intente mantener la calma, y volver a normalizar mi respiración que se había tornado rápida. Comencé a tantear con las manos, primero sentí en el piso arena « ¿Dónde estoy…?  En ninguna zona de la costa cercana al faro había playas —pensé—. Seguramente me desvié, pero… ¿Hasta dónde?». Levante un lentamente las manos y sentí tablas de madera: el bote en el que venía se había dado vuelta y yo quede atrapado debajo de él.

Me sentía muy cansado, probablemente estuve mucho tiempo inconsciente, quizá paso un día entero desde que escape y aun me dolía la cabeza. Intente cavar un poco en la arena alrededor de un borde del bote que se había clavado un poco en la arena, luego metí la mano y lo tumbe hacia un costado. Cuando finalmente pude ver el exterior, vi un conjunto de nubes en el horizonte oscuro e iluminado cada tanto por algún rayo que alumbraba el cielo y las oscuras nubes con sus relámpagos.

Debajo del grupo de nubes que se alejaba había un pequeño cabo, una parte de tierra que penetraba el mar. De lo único que estaba casi seguro era que me encontraba en una isla y no en una muy grande. Pensé recorrerla, ir hasta el otro lado para confirmarlo (ya que la gran vegetación tropical, también extraño al menos en la región donde se encontraba el faro, impedían que viera más allá) pero estaba todo demasiado oscuro y tenía que recuperar energías antes.

Con las pocas fuerzas que me quedaban, arrastre el bote entrando un poco entre palmeras y hojas para buscar un refugio. Mientras caminaba hacia atrás, tirando de la punta del bote y arrastrándolo lentamente, vi que la marea estaba comenzando a subir desde unos cuantos metros desde donde estaba antes el bote. Las olas no eran tan altas en aquel momento, pero seguramente durante la tormenta fueron muy altas y eso explica como termine con el bote dado vuelta.

Apoye el bote sobre el suelo, ya tierra en aquella zona. Busque un poco alrededor y encontré un árbol grande y extraño: tenía un hueco enorme en el centro pero no parecía realmente hecho por alguien, sino que natural. Busque algunas hojas para armar un refugio al menos temporal y acomode el bote cerca del lugar. Era una zona de mucha humedad y llovió recientemente allí, pero no me podía dar muchos gustos en aquella situación. 



Recordé las cantimploras en el bote y fui a revisar: aún estaban ahí junto con la caja de madera cerrada. Eras cinco cantimploras, grandes de un litro aproximadamente. Agarre una y bebí la mitad. Aunque tenía varias para mí solo, debía racionar todo, no sabía cuánto tiempo podría estar ahí o si podría encontrar otra fuente de agua dulce en aquella isla. Guarde todo e intente acomodarme lo mejor que pude en aquel refugio improvisado y conciliar sueño para salir a recorrer la isla y procurarme comida al día siguiente.

———

Rayos de sol anaranjados me despertaron cuando el sol todavía estaba saliendo. Entre los árboles y hojas podía ver, en el cielo, nubes en el horizonte coloreadas de rosa y anaranjado, despejando el paso para el sol que parecía emerger del mar. Escuchaba el cantar de los pájaros y el aleteo de sus alas entre las ramas de los arboles mientras me levantaba y estiraba los brazos y las piernas.

Hacía más de un día que no comía nada y estaba realmente hambriento, por lo que busque la caja de madera en el bote, con la esperanza de que haya comida dentro. Arrastre la caja para sacarla y escuche el ruido de algo metálico, metí la mano y saque una palanca «Perfecto —pensé—. Probablemente le dé más de una utilidad, pero ahora podre abrir esta caja». La utilice para abrir la caja y descubrir muchas latas de conserva. Había algunas de frutas como duraznos, ananá, frutillas y verduras como maíz, acelga y más. También había latas de carnes y guisantes, entre otras cosas. Lo primero que hice fue tomar una lata de durazno y otra de ananá, las abrí como pude con la palanca y comí todo vaciando ambas latas. Guarde las latas vacías (me podían llegar a servir en el futuro, quizá para juntar agua de lluvia) y cave un pequeño pozo para meter la caja y las cantimploras y luego tapar todo con algunas hojas grandes.

Gracias al jugo de las frutas no estaba sediento. Tome un trozo de tela que encontré detrás de la caja (seguramente estaba envolviendo la palanca) y envolví un par de cantimploras junto con dos latas y la palanca lo mejor que me fue posible, para llevar a recorrer la isla. Fui hasta la playa y reconocí el este aproximado, por donde el sol estaba ya casi despegándose del mar para comenzar a recorrer el cielo. Luego di media vuelta y me interne hacia la selva hacia el oeste. Luego de caminar hacia el corazón de aquel lugar diez minutos escucho un sonido entre unos arbustos y paro de caminar. Imaginando que debía ser algún animal como una ardilla comencé a acercarme hacia el arbusto de dónde provenía aquel ruido. Cuando estaba por llegar escuche un bufido y antes de que pudiese reaccionar un animal del tamaño de un cerdo salió de entre las hojas directo hacia mí.

Intente hacerme a un lado pero el animal me alcanzo y estrello sus colmillos contra mi pierna izquierda y me derrumbo. Desde el piso mientras veía como tomaba carrera me di cuenta de que era un jabalí. Cuando corría otra vez hacia mí, lo único que pude hacer fue esquivarlo arrastrándome hacia un costado antes de que me alcance. Desesperado, empecé a buscar algo con que defenderme y recordé la palanca. Rápidamente la saque del nudo del trozo de tela y cuando el jabalí estaba corriendo hacia mi otra vez, le clave el arma en el cuello. Tuve con golpear al animal tres veces más para por fin matarlo. Una vez resuelto ese problema mire mi pierna: tenía un gran corte, un poco por encima de la rodilla. Me saque mi chaleco de tela (de todos modos se estaba volviendo calurosa aquella mañana) y tape la herida haciendo presión. Agarre una cantimplora y tire un poco de agua para limpiar. Finalmente hice un vendaje rudimentario usando el chaleco.

No sin esfuerzo pude por fin pararme. La herida me dificultaba mucho caminar, así que solamente pude recorrer aquella zona: busque algunos troncos pequeños y ramas de camino de vuelta al lugar donde tenía mi bote, mientras llevaba arrastrando como podía el cuerpo del jabalí. Cuando llegue prepare un lugar con piedras para intentar encender un fuego, pero en aquel momento no sabía cómo iba a hacer. De pronto recordé que siempre llevaba mí el encendedor de mi abuelo dentro de mis medias y le agradecí  una vez más por dármelo.

Logre encender con algunas hojas secas que encontré y mientras se avivaba un poco el fuego, intente sacar un pedazo de carne del cuerpo del jabalí. En gran parte despedace al animal pero logre separar la piel (con el pelaje de un lado), los colmillos (que seguramente me iban a ser útiles) y un poco de carne. Era muy prudente intentar comer al menos por aquel momento la carne de jabalí, ya que no se iba a conservar tan bien como las latas.

Para la tarde de aquel día, llegue a construir un refugio contra un árbol, con troncos largos que encontré. También utilice ramas y hojas grandes para hacer un techo y colocar en el suelo del interior, con lo que resultó ser un estilo de choza pequeña, lo suficiente para que entre un hombre acostado, e improvisada pero perfecta como refugio (mucho más a largo plazo que aquel incomodo árbol).

Probablemente podría racionar el agua por tres días aproximadamente, pero no debía preocuparme por la comida: la carne de jabalí podría durarme entre dos y tres días, y con las latas de reserva tendré para bastante, lo suficiente para encontrar otra cosa. O lograr salir de aquel lugar, que es el otro problema. Pensé procurarme primero agua, comida y refugio, porque no sabía ni donde estaba ni cuento tiempo podría estar allí, pero ya tenía que pensar alguna forma de salir de aquella isla.