sábado, 5 de septiembre de 2015

The Stars [TLH (6)]

Con la calidez del sol sobre mi cabeza y mis hombros, y un cielo despejado a mí alrededor, miraba el horizonte hasta donde llegaba el mar. Una lágrima recorría mis mejillas, desde más allá de mis ojos, desde mis pensamientos sobre lo que había pasado hace unos días. No le había dicho a nadie que él había llegado esa noche, en aquel momento realmente pensé que volvería o que no pasaría nada, pero comencé a sentir algo. Siento la mano de alguien apoyándose sobre mi hombro y sentarse a mi lado. Una mano detiene el recorrido de la lágrima y seca suavemente mis mejillas. Luego acerca su cabeza a mi oído y lo escucho susurrar:

— ¿Qué paso, cariño? ¿Es otra vez sobre la noche que saquearon el faro?

“La noche que saquearon el faro” bautizaron aquella noche mi padre y el. Para mi comenzaba a ser muy diferente: “La noche que se llevaron a Mirek”. Gire la cabeza y lo mire a los ojos. No podía seguir ocultándole lo que me estaba pasando, estaba preocupada por Mirek.

— Hay algo que tengo que contarte —comencé a hablarle, con la voz entrecortada al principio—. Aquella noche llego un hombre al faro: Mirek. Estuvimos un rato dentro del faro, comimos algo y luego me quede dormida. Cuando desperté no solamente había desaparecido todo lo que teníamos guardado, sino que también lo había hecho Mirek. ¡Se lo llevaron!

Cuando termine me miraba con los ojos completamente abierto y con una expresión de incredibilidad en el rostro. Parpadeo, como regresando a la realidad y, en silencio, se paro, me miro sentada en el piso, dio media vuelta y comenzó a alejarse. Intente levantarme rápidamente y corrí hacia él, cuando puse una mano sobre su hombro la aparto rápidamente y me miro con el ceño fruncido, antes de seguir su camino, lo más lejos posible de mi. Entonces me quede observando cómo se alejaba un tiempo, luego baje la mirada hasta mis dedos entrecruzándose a la altura de mi cintura. Ahora corrían lágrimas por mis dos mejillas y caían en la arena.

Me deje caer en el suelo y sentí todo el peso de la tristeza, que queda vez parecía hacerse más pesada. Me había quedado completamente sola, perdí en menos de tres días, a una persona que conocí una noche y desee pasar muchas más y a otra que conocí hace años y ame tanto tiempo. Sabía que iba a ser casi imposible recuperar a cualquiera de los dos, y esto solamente hacía que mis llantos sean más fuertes. De repente deje de llorar y comencé a pensar, me levante y corrí hacia mi casa. Agarre una mochila y la llene de agua y comida en tuppers que teníamos, junto con otras cosas. Escribí en el primer papel que encontré y deje una nota en un lugar visible.

Mientras caminaba alejándome de casa, intentaba despejarme contando las gaviotas que pasaban sobre las aguas del mar. Mi padre se había ido a hacer unos negocios el día anterior y volvería esa noche. En ese momento no pensé para nada como reaccionaria y tampoco lo haría hasta mucho tiempo después.


———


La estrella más brillante ya se veía, aunque el sol no había acabado de bajar, por una de las ventanas. El lugar no fue utilizado desde la última vez que estuve allí y todo seguía como lo habían dejado aquellos hombres que saquearon todo de aquel lugar y se llevaron incluso las esperanzas, creadas unas horas antes. Salí hasta el balcón que rodeaba el lugar y me apoye en la baranda mientras miraba el cielo y contaba las estrellas que iban apareciendo, paulatinamente mientras oscurecía. Estuve un bueno tiempo mirando, hasta que comenzó a dolerme el cuello y decidí tirarme al piso boca arriba

Cuando oscureció completamente podía ver el brazo de la vía láctea, formado por estrellas agrupadas como una nube alargada, recorriendo el cielo oscuro e iluminando el espacio. Mis ojos comenzaron a brillar ante aquel espectáculo que podía ver todas las noches de cielo despejado y no había destacado antes. En ese momento lo recordé: corrí hasta dentro, me agache y comencé a golpear el piso hasta que escuche un lugar hueco. Arranque una madera y saque una caja rectangular, la coloque a un lado y volví a tapar el hueco. Abrí la caja y saque un cilindro, del largo de un brazo y lo lleve hacia fuera.


Como pude lo coloque en posición y mire a través de él hacia el cielo. Estuve hasta muy entrada la noche observando estrellas. Cuando llego ya no podía mantener lo ojos abiertos y el frio comenzó a vencerme junto con el sueño, entre y busque una manta y use lo que tenía más cerca como almohada, para quedarme dormida con el aparato que había estado usando hasta aquel momento entre los brazos.

viernes, 24 de julio de 2015

The Shipwreck [TLH (5)]



Despertó escuchando un suave crujido de truenos y su eco, la tormenta no había pasado aun. Abrí los ojos pero seguía viendo la oscuridad, todo totalmente negro e intente mantener la calma, y volver a normalizar mi respiración que se había tornado rápida. Comencé a tantear con las manos, primero sentí en el piso arena « ¿Dónde estoy…?  En ninguna zona de la costa cercana al faro había playas —pensé—. Seguramente me desvié, pero… ¿Hasta dónde?». Levante un lentamente las manos y sentí tablas de madera: el bote en el que venía se había dado vuelta y yo quede atrapado debajo de él.

Me sentía muy cansado, probablemente estuve mucho tiempo inconsciente, quizá paso un día entero desde que escape y aun me dolía la cabeza. Intente cavar un poco en la arena alrededor de un borde del bote que se había clavado un poco en la arena, luego metí la mano y lo tumbe hacia un costado. Cuando finalmente pude ver el exterior, vi un conjunto de nubes en el horizonte oscuro e iluminado cada tanto por algún rayo que alumbraba el cielo y las oscuras nubes con sus relámpagos.

Debajo del grupo de nubes que se alejaba había un pequeño cabo, una parte de tierra que penetraba el mar. De lo único que estaba casi seguro era que me encontraba en una isla y no en una muy grande. Pensé recorrerla, ir hasta el otro lado para confirmarlo (ya que la gran vegetación tropical, también extraño al menos en la región donde se encontraba el faro, impedían que viera más allá) pero estaba todo demasiado oscuro y tenía que recuperar energías antes.

Con las pocas fuerzas que me quedaban, arrastre el bote entrando un poco entre palmeras y hojas para buscar un refugio. Mientras caminaba hacia atrás, tirando de la punta del bote y arrastrándolo lentamente, vi que la marea estaba comenzando a subir desde unos cuantos metros desde donde estaba antes el bote. Las olas no eran tan altas en aquel momento, pero seguramente durante la tormenta fueron muy altas y eso explica como termine con el bote dado vuelta.

Apoye el bote sobre el suelo, ya tierra en aquella zona. Busque un poco alrededor y encontré un árbol grande y extraño: tenía un hueco enorme en el centro pero no parecía realmente hecho por alguien, sino que natural. Busque algunas hojas para armar un refugio al menos temporal y acomode el bote cerca del lugar. Era una zona de mucha humedad y llovió recientemente allí, pero no me podía dar muchos gustos en aquella situación. 



Recordé las cantimploras en el bote y fui a revisar: aún estaban ahí junto con la caja de madera cerrada. Eras cinco cantimploras, grandes de un litro aproximadamente. Agarre una y bebí la mitad. Aunque tenía varias para mí solo, debía racionar todo, no sabía cuánto tiempo podría estar ahí o si podría encontrar otra fuente de agua dulce en aquella isla. Guarde todo e intente acomodarme lo mejor que pude en aquel refugio improvisado y conciliar sueño para salir a recorrer la isla y procurarme comida al día siguiente.

———

Rayos de sol anaranjados me despertaron cuando el sol todavía estaba saliendo. Entre los árboles y hojas podía ver, en el cielo, nubes en el horizonte coloreadas de rosa y anaranjado, despejando el paso para el sol que parecía emerger del mar. Escuchaba el cantar de los pájaros y el aleteo de sus alas entre las ramas de los arboles mientras me levantaba y estiraba los brazos y las piernas.

Hacía más de un día que no comía nada y estaba realmente hambriento, por lo que busque la caja de madera en el bote, con la esperanza de que haya comida dentro. Arrastre la caja para sacarla y escuche el ruido de algo metálico, metí la mano y saque una palanca «Perfecto —pensé—. Probablemente le dé más de una utilidad, pero ahora podre abrir esta caja». La utilice para abrir la caja y descubrir muchas latas de conserva. Había algunas de frutas como duraznos, ananá, frutillas y verduras como maíz, acelga y más. También había latas de carnes y guisantes, entre otras cosas. Lo primero que hice fue tomar una lata de durazno y otra de ananá, las abrí como pude con la palanca y comí todo vaciando ambas latas. Guarde las latas vacías (me podían llegar a servir en el futuro, quizá para juntar agua de lluvia) y cave un pequeño pozo para meter la caja y las cantimploras y luego tapar todo con algunas hojas grandes.

Gracias al jugo de las frutas no estaba sediento. Tome un trozo de tela que encontré detrás de la caja (seguramente estaba envolviendo la palanca) y envolví un par de cantimploras junto con dos latas y la palanca lo mejor que me fue posible, para llevar a recorrer la isla. Fui hasta la playa y reconocí el este aproximado, por donde el sol estaba ya casi despegándose del mar para comenzar a recorrer el cielo. Luego di media vuelta y me interne hacia la selva hacia el oeste. Luego de caminar hacia el corazón de aquel lugar diez minutos escucho un sonido entre unos arbustos y paro de caminar. Imaginando que debía ser algún animal como una ardilla comencé a acercarme hacia el arbusto de dónde provenía aquel ruido. Cuando estaba por llegar escuche un bufido y antes de que pudiese reaccionar un animal del tamaño de un cerdo salió de entre las hojas directo hacia mí.

Intente hacerme a un lado pero el animal me alcanzo y estrello sus colmillos contra mi pierna izquierda y me derrumbo. Desde el piso mientras veía como tomaba carrera me di cuenta de que era un jabalí. Cuando corría otra vez hacia mí, lo único que pude hacer fue esquivarlo arrastrándome hacia un costado antes de que me alcance. Desesperado, empecé a buscar algo con que defenderme y recordé la palanca. Rápidamente la saque del nudo del trozo de tela y cuando el jabalí estaba corriendo hacia mi otra vez, le clave el arma en el cuello. Tuve con golpear al animal tres veces más para por fin matarlo. Una vez resuelto ese problema mire mi pierna: tenía un gran corte, un poco por encima de la rodilla. Me saque mi chaleco de tela (de todos modos se estaba volviendo calurosa aquella mañana) y tape la herida haciendo presión. Agarre una cantimplora y tire un poco de agua para limpiar. Finalmente hice un vendaje rudimentario usando el chaleco.

No sin esfuerzo pude por fin pararme. La herida me dificultaba mucho caminar, así que solamente pude recorrer aquella zona: busque algunos troncos pequeños y ramas de camino de vuelta al lugar donde tenía mi bote, mientras llevaba arrastrando como podía el cuerpo del jabalí. Cuando llegue prepare un lugar con piedras para intentar encender un fuego, pero en aquel momento no sabía cómo iba a hacer. De pronto recordé que siempre llevaba mí el encendedor de mi abuelo dentro de mis medias y le agradecí  una vez más por dármelo.

Logre encender con algunas hojas secas que encontré y mientras se avivaba un poco el fuego, intente sacar un pedazo de carne del cuerpo del jabalí. En gran parte despedace al animal pero logre separar la piel (con el pelaje de un lado), los colmillos (que seguramente me iban a ser útiles) y un poco de carne. Era muy prudente intentar comer al menos por aquel momento la carne de jabalí, ya que no se iba a conservar tan bien como las latas.

Para la tarde de aquel día, llegue a construir un refugio contra un árbol, con troncos largos que encontré. También utilice ramas y hojas grandes para hacer un techo y colocar en el suelo del interior, con lo que resultó ser un estilo de choza pequeña, lo suficiente para que entre un hombre acostado, e improvisada pero perfecta como refugio (mucho más a largo plazo que aquel incomodo árbol).

Probablemente podría racionar el agua por tres días aproximadamente, pero no debía preocuparme por la comida: la carne de jabalí podría durarme entre dos y tres días, y con las latas de reserva tendré para bastante, lo suficiente para encontrar otra cosa. O lograr salir de aquel lugar, que es el otro problema. Pensé procurarme primero agua, comida y refugio, porque no sabía ni donde estaba ni cuento tiempo podría estar allí, pero ya tenía que pensar alguna forma de salir de aquella isla.

sábado, 16 de mayo de 2015

The Wall of Clouds [TLH (4)]

Un grupo compacto de nubes que parecían formar una muralla gigante surgía desde el océano, ocultando el sol que estaba cayendo.  No veía este tipo de imágenes muy frecuente y solamente se presentaban a veces después de una tormenta. Sin embargo, siempre que la veía me daba la misma sensación de estar atrapada, rodeada por un grupo de montañas unidas que parecían formar un muro con la punta recta. Me hacía sentir un poco angustiada aquella imagen, junto con la oscuridad que comenzaba a abarcar todo el cielo. Aun así estaba sonriendo mientras veía, justo arriba del gran muro de nubes, la primera estrella que brillaba.



Comenzaba a sentir el frió que traía el viento todas las noches, pero tenía un par de brazos que me abrazaban, mientras estaba sentada en el suelo rocoso cerca de la casa, y un hombro donde apoyar mi cabeza, lo que hacía que no sintiera más que calor en mi pecho, el calor que producía mi corazón al sentirse tan lleno.

Baje la mirada hacia las rocas del suelo y con tristeza recordé lo que había pasado la noche anterior. Subí mi cabeza para encontrarme con los ojos marrón claro de Aarón e intente dibujar una sonrisa en mi cara que denotaba un poco de tristeza. El subió uno de sus brazos hasta mi mejilla mientras con el otro brazo acariciaba mi mano. Acerco su cabeza hacia la mía, lentamente, y comenzó a besarme. Era todo lo que necesitaba, desocupar aquel espacio de preocupación y tristeza para ocuparlo con amor, no hacían falta palabras, Aarón lo sabía perfectamente. Por un momento sentí como el calor de mi pecho subía y se expandía, sentí como me alejaba de aquella realidad para pasar a estar en un mundo perfecto, donde solo estábamos nosotros dos.

El se levanto bajando la cabeza (y yo levantando la mía, al verlo pararse), cuando nuestros labios se separaron el me ayudo a levantarme y me abrazo fuerte, rodeándome con sus brazos y aislándome del frió con su cuerpo.

— ¡Ya está la cena! —escuche gritar a mi padre desde la ventana de la cabaña de piedra, mientras nos miraba y sonreía con la cabeza un poco inclinada.

—Vamos, seguramente ha preparado tu sopa de fideos favorita —siempre lo hacía cuando veía que estaba triste o preocupada—. Te prometo que mañana recorreremos la zona del faro junto. De todos modos, aun no le digas nada a tu padre, yo lo convenceré para que nos deje quedarnos todo el día allí.


Rodee su cuello con mis brazos y le di un beso en los labios, terminándolo con una gran sonrisa. Lo mire a los ojos, luego tome su mano y fuimos corriendo hasta dentro de la cabaña.